jueves, 13 de mayo de 2010

What life is?

Hoy, queridos lectores míos he pensado un símil mientras esperaba el autobús que, como tantos días me llevaría a clase sobre la vida y la realidad, y he decidido hacer este texto. Al que le guste, bien. Al que no, como diría Ajax, "Que le den por el culo."

Comencemos.

La vida en sí es como un gran cartón de cigarrillos. Llenos de cajetillas, y éstas, a su vez, repletas de cogarrillos. Tú mismo eres un cigarillo. Y la cajetilla que ocupas es tu grupo de personas más allegadas. Tu familia, tus amigos, tu chica...
Cuando naces, tu cigarrillo se enciende. Y comienzas a consumirte lentamente hasta el filtro. Entonces te apagas... sin más. Cuando te llevas una alegria el cigarrillo cambia de posición. Quiero decir con esto que sitúa el filtro hacia abajo, te consumes mas lentamente. Pero te sigues consumiendo, claro está. Cuando tienes un dia normal, tu cigarrillo esta plano. Te consumes a un ritmo moderado. sin mucho afán. Pero... ¿qué sucede cuando alguien te cala, cuando alguien se te lleva a los labios y decide darte una calada? Es cuando algo te hace daño. Cuando alguien te falla. Cuando alguien te traiciona. Cuando alguien de algún modo te hace daño en ese sitio entre el pecho, la espalda, la boca del estómago y el cuello. Aquello que Bécquer llamaría el corazón. Gilipolleces. Al fin y al cabo sólo son hormonas liberadas, y por tanto una concentración alterada del equilibrio presente en tu cuerpo. ¿No? A lo que iba. Con cada calada que ese alguien le da a tu cigarrilo, pierdes un poquito de tu ser. De tu personalidad. De tu savoir-faire. De tu buen humor. Y lo asumes. Son cenizas, nunca las vas a recuperar. Se las lleva el viento tras una sacudida de muñeca, un golpe contra un cenicero, una esquina, una pared, o un toque con un dedo. Así transcurre tu vida. Poco a poco te acercas al filtro. El problema está cuando llegas a esas letras que suele poner el fabricante a una distancia prudencial del filtro, para que dejes el cigarro y lo arrojes de una santa vez. Lo más lógico sería parar aquí. Supongo ¿no? Pero tú eres más osado. Decides vivir al borde del filtro. Decides apurar tu cigarrillo hasta el final, y pasas la barrera de las marcas. Winston, por ejemplo. Y apuras el cigarro penetrando en esa zona de color marron que precede al algodón. Ahí también hay tabaco. Sí... También hay tabaco. Pero... ¿cuánto te durará hasta que, finalmente, inhales algodón quemado, te dé la tos, y arrojes la colilla con rabia por una alcantarilla encharcada una tarde fría y lluviosa?

Dedicado, muy sinceramente, a todos aquellos que saben lo que es fumar. Ellos lo entenderán mejor.

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