viernes, 30 de julio de 2010

Concurso literario 2.

La ventana se rompió en un sinfín de pedazos que saltaron al suelo haciendo un ruido que le pareció tan estrepitoso como una mazmorra de torturas del Tribunal del Santo Oficio allá por su época más radical. Levantó el cuerpo de la misma y entró en la casa, tras un fugaz vistazo se dio la vuelta y la ayudó a entrar. Cuando entraron dentro de la casa y encendieron las linternas la observó curioso. Le fascinaba el contraste enorme entre esa casa abandonada y ella. Sus zapatillas de tela negra rotas, sus vaqueros de pitillo, su sudadera de color rosa, nada tenían que ver con aquella casa. Entraron al comedor donde, encima de la mesa de color caoba un enorme CANDELABRO que descansaba testigo de tantas y tantas cenas y comidas familiares que allí debieron celebrarse. Volvió a mirarla, la idea de entrar en una casa abandonada le excitaba y aterrorizaba al mismo tiempo. No podía quitarse de la cabeza la idea de que la policía les descubriera y acabasen por dormir en comisaría. Pero en seguida descartó semejante ocurrencia. Pensó que si creía eso les cogerían seguro. Subieron al piso de arriba y entraron en una habitación. Por el contenido de los cajones y el armario dedujeron que había sido de un hombre, una GABARDINA negra, gruesa como nunca antes la vio, descansaba colgada de un perchero en una esquina. Un cortapuros yacía apoyado en un reloj de muñeca con un estuche de habano a unas pocas motas de polvo de distancia. Bajaron las escaleras y se dirigieron a la cocina, encima de un estante una COPA de vino se erguía, solitaria, majestuosa y a la vez imponente, como si pretendiera reinar sobre todos los objetos que en aquella sala había. La luz que entraba por las cortinas la atravesaba dibujando formas en la pared que rozaban lo subjetivo. A él una le parecía un gato. A ella un perro. Pero esto son pequeños detalles sin sentido transcendente en esta vida. Buscando su objetivo, la guió hasta el jardín. Una gran extensión de hierba y setos tan descuidados que parecía una jungla. Una jungla densa, oscura, lúgubre y sobrecogedora. Sintió que le apretaba la mano más fuerte y respondió haciendo lo propio. Finalmente, tras mucho caminar, llegaron a su destino. Encima de una pequeña loma en la que la hierba hacía un minúsculo claro, había un pequeño quiosco. Sus columnas primero cilíndricas, se elevaban sujetando el tejado donde al tocar con éste se convertían en prismas. Era difícil asegurar su color debido a la noche, pero parecía ser blanco y azul ultramar. Se sentaron en las escaleras y él la rodeó por encima del hombro y la estrechó entre sus brazos. “Gracias por estar aquí. Mira”. Señaló un RÍO de pequeño caudal que atravesaba la finca. La LUNA rielaba en sus aguas, danzando como si pretendiera hipnotizarles. Miraron arriba y la vieron llena, como nunca la habían visto, cercana, humana, casi como si quisiera acercarse tanto a ellos que pudiera acariciarles y sin embargo el sol, al otro lado del mundo se lo prohibía por celos y envidia. Tras observar las estrellas durante largo rato tumbados, con la cabeza apoyada en el hombro del otro entraron a la casa y buscaron. Buscaron sábanas más o menos limpias, e hicieron la cama, tras esto, ella le empujó encima y, despacio se despojó de su sudadera. Él la miraba embelesado, dejándola hacer y disfrutando del momento. Luego llegó su turno y ella se sentía viva y deseada deseada mientras él moría de deseos. Después, se metieron debajo de las sábanas y jugaron. Jugaron a amarse como sólo los enamorados juegan. Y así, poco a poco la luna iba avanzando por el firmamento arrollando alguna estrella de vez en cuando y eclipsando a otras con su resplandor mientras temblaba sobre las aguas del río como ella temblaba con cada vez que él jugaba un poco más. Finalmente se despojaron de las sábanas y bajaron a la cocina. Y allí, a las luces que la COPA producía en la pared volvieron a jugar al amor. Luego, agotados de tanto jugar, como niños después de pasar un día entero en el parque, subieron a la cama a dormir. Al fin y al cabo no eran más que niños grandes. Antes de dormirse él encendió un cigarrillo que fumaron compartiéndolo. Ella se quedó dormida primero y él poco después… con la colilla aún en la mano.
El jefe de bomberos vio el HUMO saliendo de la espesura y temió lo peor. Movilizó dos dotaciones completas y se dirigieron al foco. Pero si sus temores eran terribles, peores eran ahora que vio la moto aparcada en la puerta de la casa que tantos y tantos años llevaba abandonada y que ahora, sin dejar lugar a dudas de por qué, tenía una ventana rota. Las llamas afloraban por el MARCO de la puerta ya calcinada y parecía que no dejarían entrar a nadie. Tras muchas horas, bien entrado el amanecer, cuando, por fin hubieron extinguido el incendio, subieron a explorar junto una dotación de la policía para esclarecer las causas del fatal incidente. Al llegar a la habitación el corazón del jefe dio un vuelco como pocos había dado en su vida. Allí acurrucados en una esquina, dos cuerpos calcinados hasta la saciedad que se abrazaban fundiéndose en uno. Como dos rojas lenguas de fuego que se unen para formar una sola y desaparecer. Dirigió su mirada a la cama y observó detenidamente la colilla. Seguramente había sido la causa del incendio. Sobre la mesita de noche una pulsera de plata descansaba casi totalmente derretida. Una pulsera que él había regalado y que conocía bastante bien. La pulsera que regaló hacía ya dos años a su hija…

Categoría.


Tra sucesos como estos te preguntas si de verdad merece la pena seguir, y la respuesta es obvia, pues claro que merece la pena gilipollas. Solo que no todo va a ser un camino recto, entre rosas directo a tu destino. Recuerda que las rosas tienen espinas y a veces una de esas espinas se clavará en tu piel haciéndote sentir un leve pinchazo. Pero no pasa nada, te sacas la espinita, chupas la sangre, y ves como cicatriza y se cura. Naturalmente deja una llaga, pero siendo como es, una espinita, desaparecerá con el tiempo. Lo que te resta hacer ahora es como dijo ya un sabio de M.A.D.rid llamado Iván,
Categoría,ganar y perder,
categoría,Saber Perdonar,
categoría,es Reconocer,
categoría,evolucionar.
Categoría,saber respetar,
categoría,Poder Valorar,
categoría,siempre se puede crecer, evolucionar.
Así que a seguir adelante, reconocer tu fallo, evolucionar, perdonar y pedir perdón. Al fin y al cabo, es una estupidez hacer una montaña de un granito de arena ¿no? Eso me lo enseñó un amigo, aequam memento rebus in arduis servare mement. Y la noche ayuda mucho a enfriar las mentes... y a bajar las calenturas.

miércoles, 28 de julio de 2010

Me lo paso tan bien.


Jajajaja... Así que eres la mejor, y que me lo paso genial contigo… Puede ser. Sí. Pero a veces.
Solamente a veces.
La cuestión es... ¿qué veces?


¿Esas veces que me haces burla, me vacilas, te quedas conmigo, te ríes de mí y demás similitudes? ¿O esas veces que estamos genial, que nos entendemos y comprendemos mutuamente? La respuesta es que ninguna de las anteriores. Me lo paso bien cuando ríes, cuando lloras, cuando estás feliz, y también cuando estás triste. Cuando algo en el desayuno o las mantas de una anterior noche te sientan bien y amaneces eufórica y llena de energía. Cuando has pasado una noche de perros y el día ha sido horrible y no te apetece más que tomar una ducha y descansar. Me lo paso tan bien contigo cuando caminamos sin rumbo fijo por las calles y cuando nos sentamos tranquilamente a hablar tomando algo. Me lo paso tan bien contigo cuando no me jodes la cerveza, y más aún cuando decides echarle nestea. Me lo paso tan bien contigo cuando la cosa se pone seria y también cuando se trata de pura coña. Me lo paso tan bien cuando me das lecciones de moda y yo las asimilo con curiosidad. Me lo paso tan bien cuando me dices cómo vestirme y, aunque no te haga ni puto caso, imagine lo bien que me sentaría esa ropa. Me lo paso tan bien contigo. Sí. A veces… Todas.
Me lo paso tan bien cuando te vas sin despedirte porque sé que la próxima vez que te vea valdrá la pena despedirse aunque sólo sea con un abrazo. Me lo paso tan bien cuando me dices que me jodan y me llamas gilipollas que las lecciones de humildad que la vida me procura me parecen más amenas y llevaderas. Me lo paso tan bien cuando me das ánimos para aguantar y seguir adelante hasta el final que salvo el vacío sin necesidad de carrerilla gracias a tu fugaz pero intenso impulso. Me lo paso tan bien, tan bien contigo, cuando nos tumbamos en el banco y, mientras me das una gominola, le sacas una foto a mi ojo que te mira, tembloroso como unas hojas en noviembre y a la vez seguro y firme como un rompeolas ante la inmensidad del mar. Me lo paso tan bien contigo cuando te haces la enfadada y te pones tan borde que irritarías a San Job. Me lo paso tan bien cuando lo haces en persona que luego te de un fugaz beso en los labios en agradecimiento y mejor aún me lo paso cuando tú decides agradecérmelo un poco más. Me lo paso tan bien cuando lo haces en la distancia que no puedo hacer esto y cuando te bese lo haré con más ganas y sentido. Me lo paso tan bien… Sí. Me lo paso tan bien que repetiría todas todas.

lunes, 26 de julio de 2010

Página 3.

Mientras la iba leyendo cada vez se quedaba más anonadado. Para poder tener pastos suficientes con los que alimentar a la ingente cantidad de aves y reses que eran necesarias para la producción de tanta carne como se consumía diariamente por dicho establecimiento, la cadena se veía obligada a talar bastas extensiones de selva virgen, destruyendo, de este modo, una gran cantidad de árboles que contribuían, antes de, al efecto regulador del planeta, mediante un consumo de óxidos de carbono y expulsando oxígeno a la atmósfera. Una vez hubo terminado su café, dobló cuidadosamente el periódico y, tras dejarlo en su sitio, le dijo al camarero que se lo apuntase en su cuenta y salió del local. Cruzó la calle apenas sin mirar, lo cual provocó que un conductor que por allí circulaba con alguna prisa pegase un frenazo algo más brusco de lo normal y se indignase soltando juramentos que, seguramente, se referían a su familia más cercana. Sin mucho afán se entró de nuevo al portal, subió a la clínica y se puso el uniforme, y así, una avería bucal tras otra dio fin a su jornada laboral. Fue al cuarto y dejo su bata colgada en la percha de plástico comprada por cuatro miserables pesetas en una empresa de muebles baratos y buscó su teléfono en el bolsillo de la chaqueta. Lo abrió y miró la pantalla. Dos nuevos mensajes. Mientras se ponía la chaqueta y se calzaba las zapatillas, abrió uno de los mensajes. Era de uno de sus amigos, le invitaba a ir a tomar unas copas esa noche, aprovechando que era sábado, como todos los sábados desde hacía 4 meses que decidieron volver a salir mientras estuviesen solteros. Al fin y al cabo no siempre iban a disfrutar de la treintena.
El segundo de los mensajes lo leyó en la calle ya, una vez hubo contestado el primero mientras bajaba por el ascensor. Mientras eliminaba el mensaje, el cual resultaba ser de publicidad de una empresa telefónica con ofertas que, en absoluto le interesaban debido a que con poder estar localizable él tenía de sobra, se encaminó a la parada del autobús. Tras esperar un rato atendiendo, por supuesto y como de costumbre, a su reproductor de música, se subió al autobús y se dirigió a la parte de atrás como solía hacer casi todos los días. Mientras observaba a la gente en sus automóviles, emitiendo gases, mal humor, estrés y malestar. Él no tenía ese problema, al tomar el transporte público se sentía mejor. De hecho su coche llevaba casi un mes parado en el garaje… Como siempre que iba a algún sitio era a pie o, en su defecto, en el autobús urbano pues aquel era prescindible.
Cuando llegó a su casa se quitó la ropa arrojándola encima de la cama y se dirigió al baño. Abrió el grifo y se dio una ducha rápida. Se puso el desodorante y aún chorreando se encaminó hasta su habitación y cogió la ropa para salir. Una camiseta informal de color negro con letras doradas que rezaba “Freedom” y una camisa blanca por encima. Tras esto, se puso unos vaqueros rotos y se dirigió de nuevo al baño. Cogió el bote de fijador y se peinó. Y tras hacer esto camino despacio a la entrada y se calzó unas preciosas zapatillas de color blanco pensando el trabajo que le daría limpiarlas al día siguiente. Pero aquello no importaba realmente. Lo que contaba esa noche era pasárselo bien.

jueves, 22 de julio de 2010

Página 2

Mientras seguía caminando perdido en sus pensamientos, cogió la colilla y la tiró a una alcantarilla cercana que allí había. Y no se le pasó ni un segundo por la cabeza que, ese gesto, tan habitual, tan insignificante, esa tontería, implicaba que su colilla viajase a través del agua por el alcantarillado de toda la ciudad hasta llegar a la depuradora de aguas. Pero no era él solo, era una ciudad, era un mundo de fumadores que tiraban sus colillas con la misma indiferencia que él. Y a veces, no existía la fortuna de que fuesen a la depuradora donde serían retiradas con filtros y posteriormente “procesadas” pero este es otro pensamiento que será ocurrido a posteriori.
Nuestro hombre siguió su camino, y llegó a un parque, donde había una estatua. Nunca le había gustado. Desde el primer día empezó a corroerse y oxidarse. Siempre se preguntó por qué harían estatuas así. Lo que desconocía es que era fruto de los ácidos que se formaban en la atmósfera producto de las emisiones de fábricas y otras fuentes y caían de nuevo disueltos en el agua de la lluvia para, al contacto con el metal de la estatua, reaccionar espontáneamente y deteriorarla como él veía con el paso de los días.
Prosiguió su camino y llego a su lugar de trabajo. Entró en un portal cuya puerta, valga la redundancia, era acristalada sujeta en barrotes de un color negro azabache que raspaban cuando los rozabas con la mano como un papel de lija fina. Entró, a su derecha había un espejo enorme de grandes dimensiones y, enfrente a éste, una planta horrible de esas de plástico que sólo se usan como ornamenta barata y nada tienen que ver con el más ínfimo e insignificante bonsái. Subió unas escaleras de mármol de una forma casi instintiva, pues de tantas y tantas veces que había hecho ese recorrido se lo conocía de memoria. Llegó al fin a uno de los rellanos en el que llamó a una de las puertas. La letra dibujaba una perfecta C destacando en blanco sobre un fondo de color negro mate como una luna menguante sobre el cielo de la ciudad que impedía totalmente ver las estrellas que sobre ella se extendían como una sábana para mecerla todas las noches suavemente y, sin embargo, ella se pusiera un velo, un antifaz, que la impedía apreciar esto y la obligaba a vivir en un mundo aparte. Entró y pasó a una de las dependencias, donde procedió a cambiarse.
Se cernió una bata de color blanco, impoluto, tras quitarse la chaqueta y colocarse la camisa. Se despojó también de sus zapatos y se calzó unas zapatillas especiales. Se sentó en el sillón de cuero y encendió el ordenador. La pantalla centelleó con un Bip que sonó de la torre. Tras cargar el sistema operativo, procedió a iniciar el programa. Una vez hecho esto se tomó la libertad de ver lo que le tocaba ese día. Unas reconstrucciones, alguna revisión, empastes, extracciones… Más o menos llegó a la hora de comer con la mañana apañada. Salió de la consulta y cruzó la calle. Un poco más a la derecha había un restaurante de comida rápida y a la izquierda uno de parrilla.
Se metió sin dudarlo un segundo en el de parrilla y pidió menú del día. Hoy tocaba sopa de marisco y de segundo chuletas de cerdo picantes. Saboreó cada bocado disfrutándolo la carne hecha al punto justo y después pidió el postre, arroz con leche y un café solo largo. Tras esto, hizo la sobremesa mientras leía el periódico. Viendo, curiosamente una noticia sobre el restaurante de la esquina de al lado, ese de comida rápida…

martes, 20 de julio de 2010

Página 1

Se oyó el sonido de la corriente eléctrica fluyendo a través de los cables hasta llegar a los altavoces de su equipo de sonido. Sin darse siquiera la vuelta en su espléndida cama de suaves sábanas de color rojo oscuro supo exactamente lo que aquel signo quería decirle. Hora de ponerse en marcha. El equipo de sonido empezó a sonar aquella mañana de abril. Afuera hacía viento y llovía. Mientras tanto escuchaba las noticias. Una inundación en una región norteña se había cobrado tres víctimas, una colina se desplazó arrastrando una urbanización consigo debido a una mala construcción provocada, por supuesto, por la especulación urbanística que cuatro pelagatos habían dispuesto en un concilio casi tan secreto como aquel que, en 1307, acabó con la mayor parte de los caballeros de la Orden del Temple, un viernes 13 en Francia.
Se incorporó y estiró los brazos como si quisiese atravesar los techos de los múltiples pisos que tenía en su bloque encima de sí para intentar rozar el cielo con las yemas de sus finos dedos. Hizo lo propio con las piernas y se puso en marcha a la cocina tras levantar la persiana y abrir sus ventanas al ponzoñoso aire que en la ciudad circulaba, cálido, como una tarde de agosto en el ecuador, y a la vez frío y distante, como una piedra, carente de todo sentimiento, como la ciudad…
Sacó de su nevera una bebida con lactobacillus casei y un zumo, buscó, casi a tientas debido al sueño y la pereza que reinaba sobre sus ojos apenas abiertos aún, la mantequilla y el tarro de la mermelada por su frigorífico. Como un felino que agazapado entre la alta maleza busca la mejor posición para abalanzarse sobre su presa. Cuando las halló, preparó una tostada y la metió en su respectivo electrodoméstico. Hecho esto, se encaminó al baño donde, la noche anterior, había dejado preparada la ropa para el día siguiente, se quitó el calzoncillo y se metió en la ducha. Abrió el grifo y disfrutó del agua corriente. No se le ocurrió pensar de donde provenía esta… Un embalse quizás situado a muchos kilómetros de distancia que seguramente había anegado un valle o dos. Pero eso daba igual, es necesario para el bienestar social.
Descorrió la mampara y tras secarse se vistió. En la cocina preparo sus tostadas y se bebió el zumo y su bebida probiótica. Tras esto echó un vistazo a su reloj y, puesto que iba bien de tiempo, decidió ir andando al trabajo. Mientras bajaba en el ascensor, qué gran invento, sacó una cajetilla de cigarrillos y procedió a colocar uno en la comisura de los labios. Extrajo su flamante mechero estilo americano craquelado y lo encendió. Disfrutó del sonido del papel y el tabaco al empezar a arder, ciertamente era inconfundible. Salió a la calle con buenas intenciones. Y eso demostró. Fue caminando al trabajo. Mientras su cigarrillo se consumía como una vida fluye según el compás de los días y su continuo devenir, veía a muchos ejecutivos que nada pensaban más que en su propio beneficio conduciendo sus coches de alta gama mientras hablaban sin pudor ni culpa por sus teléfonos móviles de última generación y más de uno a punto estaba de causar un accidente. Veía cómo el humo salía de los múltiples tubos de escape que aceleraban en los semáforos dejando caucho desgastado en el asfalto por salir con demasiada prisa. Y lo veía elevarse por el cielo, y causar una nube oscura por encima de la ciudad que se veía en las afueras y elevaba la temperatura de la misma a medida que confluías hacia el centro. Por un momento se le ocurrió pensar en todo el crudo que hacía falta para alimentar semejante número de motores, ya que no era su humilde ciudad, sino la totalidad del mundo “civilizado” el que necesitaba ser alimentado…

sábado, 17 de julio de 2010

Separación entre párrafos: 5 días.

¿Por qué? Hay tantas preguntas sin responder en esta vida de locos… Locos. Supongo que lo estamos bastante. A veces, incluso, demasiado. Manteniendo una historia extraña como la que más, la cual lejos de conducir a ninguna parte parece seguir un cauce bien definido en la actualidad fluyendo según el devenir de los días unas veces mejor y otras peor. Como cuando me das una colleja porque se me escapa un cigarrillo. Recordar todo lo que hemos vivido en este año escaso me da que pensar… y plantearme, a veces, si mi vida debió haber empezado a ser así unos meses antes… o incluso unos años. Eres la primera persona que se preocupó seriamente por mi salud y mi bienestar. Y no sólo eso, mi futuro también me has abierto los ojos muchas veces y siempre has estado ahí para sujetarme y darme apoyo cuando estuve bajo y lo necesite, como con lo de mi abuelo, o lo de esta mañana (aunque no tengan nada que ver)
Espero que ahora que llega ese período en el que tantas y tantas relaciones frágiles y otras no tan enclenques se debilitan y quiebran pase pronto. Al fin y al cabo es el único mes de vacaciones que voy a tener este año y la verdad me por el culo pasarlo lejos de aquí. Porque hay demasiadas cosas que me perderé, demasiadas que estaré ausente, y demasiado tiempo de siempre lo mismo. Que, por supuesto no está mal, al fin y al cabo me voy a pasar el día en un nivel de hippiesmo y tiradez física e intelectual que no tienen parangón con gente a la que hace muchísimo que no veo, pero no es lo mismo. A la larga te rallas. Y quieres volver. Habrá que buscar algún modo de comunicarse con la gente… Habrá… Pero, como siempre, me pillará el toro y me encontraré allí sin modo alguno.
Realmente tengo unas ganas terribles de que llegue Septiembre de una vez… A ver si llega pronto…

miércoles, 7 de julio de 2010

Nunca Publiqué esto hasta hoy. Y tiene tiempo...

bere Begiratu. Behatu arretaz nola mugitzen. Nola ikusten duzu limurtu, nola zure gorputza sways aldetik alde saiatzen zarenean, kurba hauek ez dira berdinak handi ... ... dantza-mota horrek ... nahiko gauza bat zoragarria da. bere agurtzen ari dituzu eta zuk musu eman zuen. away from errodatzen txanda duzu. Eta bere saiatuko da "unfaithful" izan behar da aurretik. Zure erantzuna ez da. Ezta pentsatu ere. Aurrean hasi, egia jarraitu eta Ella Joan nahi dituzun amaiera emateko. aurretik muxu bat. Zer jakin ez dut eskertzen aurrera. zer baloratzen ez nintzen. inoiz duzu "Zu baino hitz egin du. Eta horrekin batera, ordea, hori eta gehiago. Guztietan atzera datozen niri esker duzunean ziren xelebreak hauts baten bila. nice are norbaitek jartzen dut ezagutzen. Baina barkatu. Gaur ez. gaur egun ere ez, ez bihar, ezta iragana, ezta betiere love you zuen bezala. Beraz, eseri dezakezu ... duzu luze itxaron behar, eztia delako.

domingo, 4 de julio de 2010

Mi Musa.

Por una vez en mi vida, parece que por una vez puedo decirle a alguien que la quiero sin temor a ser rechazado. Parece que por una vez en mi vida alguien me da a entender que me quiere aunque me trate mal y me deseche. Parece que por una vez en mi vida no soy uno solo. Parece que por una vez en mi vida somos uno. Parece que por una vez en mi vida alguien a decidido devolverme la sonrisa que una vez le dedique. Parece que por una vez en mi vida alguien decide quererme tal como soy, aunque le saque de quicio. Por una vez en mi vida parece que dos vidas se unen manteniendo a la vez su independencia como las llamas de dos velas que se juntan para crecer hacia el cielo mas y mas de cada vez. Parece que por una vez en mi vida estoy a gusto de verdad.

Sin Sentido.


Algunos, en esta vida te intentarán callar. Te intentarán hundir. Te intentarán pisar. Destruirán tus ilusiones, tus proezas parecerán insignificantes gracias a ellos. Tus temores se verán aunmentados drásticamente. Pero tú eres inteligente. Tú sabes pensar. Y alzas tu voz por encima de ellos. Y tu voz suena. Y suena con la fuerza de un estadio lleno de bubucelas. Y se alza. Y la ollen. Y sienten miedo de tu valor. Y sienten que se equivocaron en sus decisiones. Y rectifican en tu causa. Algunas veces en esta vida te toca alzar la voz para que el mundo te guiñe un ojo.