lunes, 15 de diciembre de 2014

Re-estreno.

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Una noche en un taxi.

-Por favor, a la Plaza de Castilla.
-Sí señor. Vaya un día de perros que hace, ¿verdad?
-No me hable, no me hable. Tengo una resaca espantosa, una entrevista ahora mismo y anoche fue... No sé fué completamente atípico, ¿comprende? Algo para lo que no estaba preparado...
-Puede tutearme y desahogarse, si quiere, quizá le venga bien hablar de ello y siendo taxista desde hace un cuarto de siglo, créame cuando le digo que ya he visto y oído de todo desde ese asiento.
-Pues tiene razón, al fin y al cabo la gente lo hace con los loqueros, ¿no?
-Claro hombre, pruebe y verá cómo se siente mejor, yo escucho y conduzco y al final del trayecto me cuenta. ¿Le parece?
-Pues, ¿por qué no?
Salí a la calle y la puerta del portal se cerró detrás de mí dando un portazo que bien pudo haber abstraído de sus inconscientes cavilaciones al matrimonio tan raro que vivía en el primer piso del edificio. Llegaba tarde. Mientras me ponía la chaqueta con dificultad una de las mangas se me trababa y descolocaba toda la ropa que había debajo miré al suelo. Reflejaba la luna. Llena. Mal asunto. Procedí a colocarme la ropa mientras miraba al cielo, aún me quedaba una larga caminata hasta encontrarme con el resto y no estaba muy por la labor de desplazarme hasta allí tan incómodo como me encontraba en ese preciso instante. Del cielo ausente de toda luz caían pequeñas gotas de lluvia que si bien no parecían mojar absolutamente nada, más bien calaban todo aquello donde caían más de cinco minutos. Era una de esas noches que pueden salir muy bien... O terminar verdaderamente mal.
Mientras iba caminando con una capucha no muy grande que permitía que las gotas empapasen mi frente y se escurrieran por la nariz decidí jugármela como sólo los fumadores lo hacemos en esas ocasiones y saqué un cigarrillo del paquete. Lo encendí de mala manera bajo una cornisa pues el frío del ambiente y la humedad apenas dejaban a la llama aparecer para saludarme el tiempo necesario que tardaba en acercarla al extremo del maldito pitillo que tanto se me resistía. Cuando por fin lo conseguí decidí tomar un atajo por un parquecillo que había al lado. Quizá ahorrase unos minutos si no me descalabraba saltando una pequeña tapia que caía sobre unas losas que empapadas como estaban no me inspiraban ninguna confianza.
Salté, hasta aquí todo en orden, empero cuando conseguí terminar de incorporarme note un mareo súbito. Una sensación como de un anudamiento en el estómago, y entonces la lluvia que tanto me estaba tocando los cojones empezó a resultarme apacible, serena, incluso algo cálida. Ya venía. Me había dormido en casa tomando la primera copa ya que estaba cansado después del trabajo... Na, eso no importa, no es relevante para esta historia... Total, que me despertaron los de siempre. Que dónde coño estaba, que mirase que hora era. Pues evidentemente lo que me había tomado con la copa tenía que hacer su aparición. Más tarde o más temprano. Y efectivamente ahí estaba aunque me había olvidado por completo de ello.
Atravesar el parque fue más fácil de lo que pensaba ahora los árboles daban la sensación de ser inmensos paraguas que me brindaban cobijo en cada paso y las gotas que caían y golpeaban la capucha sonaban como el eco de una piedra cayendo por un enorme barranco.  Llegados a ese punto me quité la capucha y sentí el agua mojar mi cara por completo. Alcé la vista al cielo, siempre me ha gustado hacerlo en esas ocasiones, aunque aquella vez era distinto. Me sentía mucho más agradable y en calma, como conectado con el clima, sabiendo que eso era algo que tenía que pasar, ¿sabe? Aceptando el hecho de que lloviera y simplemente disfrutando esa sensación en mi.
Un par de calles más allá llegué por fin al bar de siempre. Éstos estaban apoyados en la barra, con una jarra de tequila rodeada de vasos de chupito, gajos de limón y un salero volcado. Sendas bebidas sujetas en sus manos y alguno sujetando ya el cigarrillo en la otra, la verdad que la prohibición de fumar en los bares de copas no había calado muy bien en el grupo. Total, que según entré abrazo pa' arriba, abrazo para abajo, "¿como estás, mamón? ¿qué es de tu vida?" y tras esos saludos que solemos profesarnos los hombres cuando nos encontramos con la conciencia más p'allá que p'acá y un par de visitas o tres, no recuerdo bien, al servicio estaba con mi gin-tonic en una mano y un chupito de tequila en otra.
No recuerdo muy bien a qué hora salimos del bar pero decidimos que lo mejor que hacíamos era intentar engañar a alguna que nos hiciera compañía esa noche y, evidentemente, nos decidimos por ir al bar de música más bailonga de moda. Aunque la mayoría íbamos con la predisposición y el miedo de no comernos un colín. En fin, que allí estábamos, saludamos al portero, un viejo conocido y otra visita al baño después nos fuimos a una zona de la pista que estaba un poco libre. Normalmente la idea de permanecer todos juntos en grupo no funciona así que nos separamos en grupos de dos y tres buscando grupos con los que entablar conversación. Al rato, no sé por qué, sería la volada que llevaba encima pero ya me había perdido, y claro allí dentro no había cobertura y estando dispersos como para que alguien se diera cuenta de que faltaba por allí hasta la hora del encuentro para ver el panorama y decidir.
Decidiendo decidí tomarme una cerveza para hacer tiempo y pensar algo hasta encontrar a alguno y reengancharme al grupo cuando, estando apoyado en la barra, no me preguntes de dónde salió pero se me cayó encima una tía que se me partió la polla. No había visto otra en todo el bar que me la pusiera tan jodidamente dura, tronco. Tenía un pelo precioso, largo, liso, recogido en una cola de caballo, justo por esos hoyuelos que les salen en las caderas, sabes cómo te digo, ¿verdad? rollo top model. Llevaba unos vaqueros altos, súper ajustados por encima de la cintura y una camiseta amplia por encima que dejaba entrever la plenitud de su silueta. Si que estaba buena. Esos ojos de gata... Bueno de gata pensaba yo que eran... El caso es que me atraparon, fue como si me hubieran soldado la puta pupila con los suyos. Hasta lo que a mí me pareció un cuarto de hora después no pude fijarme en el pintalabios. Era granate, como un buen vino. No el típico rojo que usan todas ni ese negro que dice "Igual soy la mujer de tu vida o igual es que estoy colgada de la puta olla y te la lío". Era tan discreto y elegante que me encantó. Tenía unos labios un poco gruesos, carnosos, apetecía mordérselos allí mismo, que destacaban con una nariz pequeña, proporcionada, fina y discreta. Luego supe que no era tan fina. Sus facciones eran suaves, tersas. Era más joven que yo, no me atreví a preguntarle la edad. Aunque en el fondo me la sudaba bastante. Era la tía más increíble que podía ver en muchos metros a la redonda y se me había caído encima del puto cielo. Qué te voy a contar de sus piernas, eran larguísimas, como dos columnas corintias, firmes, fuertes y tan bellas que podrías pasarte un día completo estudiándolas. Me dijo algo, no la entendí la verdad, pero hice acopio de serenidad y le respondí cortésmente que seguramente había sido culpa mía que estaba un poco borracho y que, por supuesto lo sentía. Ella se rió y me lanzó una mirada tan cómplice que un escalofrío me atravesó por completo y los pelos se me pusieron todos como escarpias.
¿Sería posible que me estuviera tirando la caña? No tardé mucho en descubrirlo porque cuando se reincorporó en sus tacones. Madre mía que tacones, cogió una silla de un grupo que se iba y recogía sus abrigos de encima y se puso a mi lado en la barra a invitarme a otra cerveza. Empezamos a charlar. Tenía coco, la cabrona. Cada vez me gustaba más. Y cada vez me ponía peor al mirarla y la deseaba tanto que a ratos la cabeza se me iba y me ponía a pensar las muchas maneras de las que me la iba a comer si ella me dejase hacérselo. Además sabía conversar, no tuvimos un sólo espacio en blanco y cada vez cuesta más encontrarse a alguien así. Mientras estaba absorto en todo eso me di cuenta de que nos habíamos terminado la cerveza y cuando le propuse invitarla a otra ella dijo que no. Que muchas gracias pero que estaba cansada. Mi primer pensamiento fue cagarme en todo lo que se me ocurrió. Tan jodidamente cerca la había tenido, tan cerca... Y ahora se me escapaba. Fue algo tan frustrante como cazar una mosca al vuelo y que se te salga de entre los dedos, ¿me entiendes? ¿Sí? Pues así. Sin embargo mi suerte cambió, recuerdo que me había preguntado si vivía sólo y le dije que sí, cuando sacó un paraguas pequeño de su bolso y me sugirió que la acompañase a fumar afuera.
Mientras echábamos el cigarro se me ocurrió la genial y estúpida idea de preguntarle qué iba a hacer después, ya sabes, negó mi oferta y no sabía si aquello se había terminado ya o qué cojones había pasado entonces. Entre las hormonas, tanta copa y tanto baño no era capaz de encajar bien todas las piezas del rompezabezas. Aunque tenía una idea aproximada... Total que ahí estaba ella. Enfrente de mí, dio una última calada a su cigarro y mientras tiraba la colilla, la cual quedó manchada de carmín, sí, me fijo en esas cosas, ¿comprende? los pequeños detalles son las pistas para llegar a las grandes metas, pues se rió y volviendo a buscarme la mirada me contestó tan graciosa y tan natural que contaba con la invitase a una copa en mi casa que me quedé en shock. Hostia puta. Pues ya me podía dar con un canto en todos los dientes y quedarme sin uno sólo. Le pregunté si le gustaba el vino y la respuesta fue afirmativa. Total, pedí un taxi y nos fuimos a casa conversando de todo un poco, de música, de comida, de bebida, trabajo... Qué se yo, iba embobado, escuchando su voz, mirándola a los ojos pensando que no podía tener más suerte que me la sudaba todo. Sólo quería atesorar cada puto instante a sabiendas de que todo lo que llevaba encima haría cuanto en su mano estuviera por evitarlo.
Cuando entramos en casa me preguntó por un cenicero y el baño, le indiqué dónde estaban ambas dos cosas y fui a poner algo de música y a descorchar una botellita de un rueda, blanco buenísimo que tenía en casa para una noche como aquella. Era un vino dulce, afrutado, goloso. Lo justo para saborearlo. El momento. Y el vino, claro. Cuando la vi aparecer me quedé atontado, con las dos copas de vino en la mano. Se había soltado el pelo, y vaya leona. Había pensado que esos ojos eran de gata, como la de Los Secretos y cuán jodidamente equivocado estaba. También se había quitado los tacones, y no por ello había perdido facultades su figura. Fue en ese momento cuando me arrebató su copa de las manos y se dió la vuelta cuando le miré el culo por vez primera. Abusivo, oiga.
Nos sentamos en el sofá y nos pusimos a charlar un poco más, la verdad que la conversación, el vino, la música todo era exquisito. Podría haber congelado ese momento durante meses y vivirlo una y otra vez y no me habría cansado. Al rato me percaté de que se empezaba a tocar el pelo de esa forma que las mujeres lo hacen cuando te quieren mandar indirectas. Decidí que era el momento. De esas de "o acabamos en la cama, o acabo matando yo sólo mi soledad para no coger la cama más tieso que el cerrojo de un penal". Así que decidí tocarle el pelo. Era suave, tenía un tacto tan delicado y tan erótico que sólo quería meterla en mi cama y darle placer. Darle todo. Con todo. Me acerqué un mechón de pelo y lo olí. Siempre he sido de fetiches y aquel perfume me volvió loco. Supongo que fue el empujoncito que necesitaba porque acto seguido ella me miro y yo la agarre la nuca la atraje hacia mí y le agarré una pierna. No se lo tomó a mal, me agarró del pelo con una mano mientras con la otra agarraba mi cinturón. No duramos allí ni un minuto. Al poco estábamos en la cama arrancándonos la ropa. Lo primero que hice fue meter el hocico ahí, llevaba tanto tiempo queriendo devorarla que no dejé un rincón de su piel por saborear y cuando llegué ahí perdí la noción del tiempo, sólo sé que no pude parar hasta que sus gritos, ahogados por una melodía in crescendo me sacaron del trance en el que estaba cuando me dijo que había llegado. Pero yo quería más, no sé de cuántas formas follamos, sólo sé que se movía como no me habían follado nunca. Era como una serpiente, peligrosa, sensual, y suave. Pero también una leona, su piel erizada de placer casi tanto como la mía exhalaba un calor como no recuerdo por cada poro y la melena se agitaba con cada ida y venida mía inundando todo de ese perfume que cada vez me ponía más cachondo. Cuando llegamos la que no había tenido suficiente era ella y me probó con una boca tan cálida, jugosa y sutil que pocas veces lo he disfrutado a esos niveles. Después de aquello, había que bajar el subidón así que fumamos un porro a pachas de una hierba que me había pasado un colega que es canela fina mientras comentábamos la música que estaba sonando.
No recuerdo mucho más. Sólo que por la mañana me desperté y no estaba, como un fantasma. Habría jurado que fue todo una enorme paranoia mía producida por el colocón si no me hubiera encontrado en el cenicero las colillas manchadas de carmín y entonces me dí cuenta de que el olor no se había ido aún. Que no me había abandonado todavía. Fui al baño y ví que se había duchado, me había dejado el sostén en el espejo, cosa que me pareció súper rara. La verdad. Cuando salí de la ducha y me iba a mirar en el espejo me di cuenta de que me había dejado algo escrito en el vaho cuando lo hizo ella. Ponía "Te llamaré de noche".  Y aquí estoy, volviendo a casa después de comprar más vino por si resulta ser verdad...
-Son siete con ochenta, ¿qué tal le ha sentado?
-Mejor de lo que me esperaba, tome diez y quédese el cambio.
-Gracias, sinceramente espero que le llame. Parece una mujer increíble.
-Lo es, realmente lo es. Yo también lo espero, no sabe usted cuánto...
-Adiós, buenas noches y buena suerte

-Vaya con cuidado...

martes, 8 de enero de 2013

SAIL.

http://www.youtube.com/watch?v=tx4JcGqeCz0


(DESDE EL INICIO)
De nuevo vuelvo a sentirme perdido, vacío, vagando por lo amplio del multiverso preguntándome si en alguna burbuja paralela estaré allí, igual, o totalmente distinto en una de las múltiples posibilidades cuánticas que conllevan la toma de decisiones… Si en una de esas burbujas dejaré de estar sólo, o si sólo soy yo el único solitario de mis otros yo paralelos.
(ENTRA BASSLINE)
Si ellos serán felices allí y sólo soy yo que me desvelo cada noche en mi propia ausencia de sueños, en mi coma habitual, mi paréntesis en la existencia en la que todo se borra… Mi única forma de huir de todo... Mi única forma de huir de ti. (SAIL)
Y es que vuelvo a sentir esa obsesión otra puta vez. Vuelvo a sentir que necesito que alguien esté ahí, que alguien llene el vacío que dejaron en su día y que tú conseguiste llenar cuando me diste la oportunidad de complementar tu vida. Alguien que me respete y que esté ahí cuando lo necesite…
(THIS IS HOW I SHOW MY LOVE, I MADE IT IN MY MIND BECAUSE I BLAME IT ON MY ADD BABY)
Alguien que me escuche y que me quiera contar lo que le ronde el pensamiento…
(THIS IS HOW AN ANGEL CRIES, I BLAME IT ON MY OWN SICK PRIDE, BLAME IT ON MY ADD BABY)
Alguien… Simplemente, alguien…
(SAIL)
Estoy empezando a cansarme de vagar… de perder el tiempo, de deambular buscando almas que no logro encontrar… De remover cielo y tierra por ello…
(SAIL)
Quizás no estés en este planeta… Quizás no estés en este universo… Quizás tenga el concepto mal enfocado…
(SAIL)
(MAYBE I SHOULD CRY FOR HELP, MAYBE I SHOULD KILL MYSELF, BLAME IT ON MY ADD BABY)
A veces creo que me estoy volviendo loco…
(MAYBE I’M A DIFFERENT BREED, MAYBE I’M NOT LISTENING, SO BLAME IT ON MY ADD BABY)
A veces creo que todo mi mundo se tambalea…
(SAIL)
A veces todo me importa una mierda y sólo quiero colocarme, sólo quiero evadir ese hueco que tengo en mí…
(SAIL)
A veces todo se reduce a exhalar lo que me carcome por dentro como un trozo de madera podrida… A veces todo se reduce a nada. Y otras a todo…
(SAIL)
(LALALALALA LALALALALA OH)
Estoy cansado de vagar… De ser un puto bala perdida…
(LALALALALA LALALALALA OH)
Estoy harto de no ser yo… De ser lo que esperáis de mí…
(LALALALALA LALALALALA OH)
Estoy cansado de ir de Casanova… De comer cada día de la sopa boba…
(LALALALALA LALALALALA OH LALALALALA LALALALALA)
Debería dejar esta mierda de una vez…
(SAIL)
Que le jodan a todo. No puedo permitirme perder un solo segundo más de mi tiempo en esta mierda. Soy lo único que tendré siempre, Mi cuerpo mi mente y cicatrices llenas de tinta que cuenten mi historia. Se acabó tanto hacer el tonto detrás de un par de piernas que me llamen la atención. A partir de este momento sólo estaré yo, sólo tendré ojos para mí… Hasta que aparezcas de nuevo. Joder, ese puto sentimiento… Acabará por llevarme a la tumba. Pero necesito que aparezcas… necesito que vuelvas a reanimar mi ser… A darme ese soplo de vidilla que me falta. Necesito dejar de sentirme como una pequeña gota en un océano. Necesito que estés ahí… Necesito sentir de nuevo.
(SAIL WITH ME INTO DE DARK, SAIL WITH ME INTO DE DARK, SAIL WITH ME INTO DE DARK, SAIL WITH ME, SAIL WITH ME)
(SAIL WITH ME INTO DE DARK, SAIL WITH ME INTO DE DARK, SAIL WITH ME INTO DE DARK, SAIL WITH ME, SAIL WITH ME)
Creo que podría sentirme igual si me dieras la oportunidad… Creo que podría colocarte a ti también… Creo que nunca conocí una droga tan dura… Creo que ni el caballo podría cambiarlo… Joder… Creo que necesito otra dosis…

miércoles, 1 de agosto de 2012

Puto Agosto.


Agosto, otra vez. No me gusta este mes, nunca me gustó demasiado, pero hay hechos puntuales en mi vida que han conseguido que me guste aún menos. Creo que alguna vez te lo conté. Y es que no soporto estar a 200km de ti. Podría decirse que no se llevar una relación cuando la distancia se interpone entre mi pareja y yo. Podría decirse que no se llevar una relación. Podría decirse que nací para morir solo. O podría decirse que nací para morir de SIDA por jugar con las trabajadoras de la compañía, dada la vida que he llevado casi siempre, saltando de una flor a otra. Robando su néctar, para llevar a la colmena de mi orgullo y ego alimentando a la reina de mi propia crapulencia.

Sólo tengo una cosa clara, que voy a estar lejos de ti mucho tiempo. Sin verte. Sin olerte, sin probarte sin sentirte. Casi un mes sin oírte reír, ni cotillear, ni mirarme con esos ojos que consiguen que me sienta desnudo rodeado de miradas que me perforan cada poro de la piel. Parece que no pero para mí es una eternidad. Y entonces me vienen los miedos…

El miedo a los finales de Agosto, negros oscuros y con recuerdos reprimidos en su día con alcohol y hachís que sólo el tiempo pudo hacerme superar. El miedo a no saber si te agobio o si te estoy dejando escapar. El miedo a perderte, a cagarla otra vez como la cagué hace años… El miedo a volver a estar sólo… Y el miedo a volver al bar y salir a la lluvia, abrocharme el abrigo y empezar a calentar las piedras otra vez, con un clipper viejo y flojo manchándome las yemas de marrón…

domingo, 29 de julio de 2012

Sunday.


Los ojos me pican. Y me pesan. Mis pulmones, llenos aún de humo descansan sobre mi débil estómago que se esfuerza en digerir la comida llena de pimienta que he tomado hace un par de horas. Entretanto me pica la cabeza y mi barba huele a Cuba. A la Habana, a Fidel y a humo. A fuego y cenizas. Aún siento la cerveza en mi sangre y, como no podía ser de otro modo, decido tomarme otra. Dicen que al fuego con fuego y no conozco mejor remedio para la resaca que un buen cañón por la mañana. Aunque ya llega un poco tarde… Y sin embargo todo esto es trivial, vanal, carente de toda importancia. Incluso, casi rutinario teniendo en cuenta qué día de la semana es hoy. Y es que hoy es ese día. Ese puto día que mis hormonas están más desatadas que nunca y luchan por aflorar todas juntas en un instinto animal en el que lo único que me apetece eres tú. Y tumbarme toda la tarde contigo al lado. Como un perro que no tiene nada mejor que hacer. Y lo sabe. Sería lo que más me apetecería ahora mismo. Pero tengo que conformarme con lo que tengo. Enfrentarme a mi problema, que no estás aquí. Y precisamente entonces un torrente de proteínas despega como el transbordador Challenger en dirección al universo. Hoy te necesito. Menos mal que en unas horas podre sentirte de nuevo.

lunes, 18 de junio de 2012

España.


Estoy hasta los cojones. Hasta los cojones de España. De ti patria ciega y estúpida que nunca ha hecho nada en condiciones. De tu hipocresía judicial, de que los que más culpa tienen y roban millones se van a su casa a masturbarse regodeándose en su crapulencia y ego y que gente que roba pan para poder comer dé con sus huesos entre los barrotes de una comisaría o peor aún… De que casos de importancia se tomen a verdadera coña. De que todo se lleve a cabo mal, tarde y a carrera. De tu gente pasiva que prefiere sentarse en el sillón de su salón a ver gritar en un TeleCirco a una panda de fantoches medio analfabetos que no buscan más que el lucro a base de decir babayadas. De tus triunfitos que todos vosotros propiciáis en vuestras casas y luego dan como resultado sanguijuelas que rotan de un show televisivo a otro buscando nueva sangre de la que nutrirse. De que cualquier género musical que se salga de lo tradicional lo encontréis suburbial, marginal, impuro e indigno de sonar en cualquier medio que no sea por internet. Eso sí si nos buscamos la vida. De gente que se considera artista prostituyendo sus ideas cuando debería compartirlas o, de venderlas, no hacerlo a un precio abusivo. De que gente con menos estudios que yo gane 30.000 machacantes anuales y yo esté aquí haciendo números para poder llegar a fin de mes. De esos apatrios y liberales que reniegan de tu bandera pero cuando juega la selección se pintan la cara de rojigualda. De que esté mejor visto ser un paisano de sesenta y tantos años que se emborracha al llegar del curro y le pone la cara mullidita como un pan a su mujer a fumarte un canuto con un colega en un banco sin hacer daño a nadie. De que todos se crean el ombligo del puto mundo y miren antes por su propio beneficio. De que aquí para tener un curro decente o le comes la polla al jefe sifilítico de turno o tengas que ser el sobrino del mismo o el que se cepilla a su hija, hermana, o cualquier familiar. De que todo el mundo aquí va por la vida como aquel ti que dijo lo de “Aquí manda mi polla.” Y no consientamos que nos digan ni pío si es para llevarnos la contraria. De que os la suda lo que pasa mientras tengáis un plato de bazofia que llevaros a la boca. De que a pesar de existir infinidad de partidos políticos esto parezca un bipartidismo calcado al de U.S.A. Los de centro y los de derechas. De que el espíritu real del socialismo haya salido en ligueros por la ventana dejando sus huellas en el asfalto para que fuese imposible seguirle la pista. De que la homosexualidad fuera de casa la veáis perfectamente pero entre vuestras cuatro putrefactas paredes sigáis siendo tan tolerantes como hace 50 años. De que vayamos de aconfesionales por el mundo y tengamos a la Santa Madre Iglesia comiendo del pan que le damos y no precisamente migas. De que seamos el último pedo del culo que es Europa y sigamos pensando que acabaremos cortando alguna tajada del bacalao. De que nos llamen a las reuniones de esa logia llamada el G20 y vayamos sin saber que somos el lastre que tienen que levantar y no hay ninguna otra razón para que nos inviten a esa fiesta. De que las horas que yo paso leyendo por mero placer sean más que las que pasa trabajando la mayoría de la clase política. De todo. De nada. De ti. De tu pasado. Y seguramente de tu futuro. Estoy hasta los cojones, España. Y lo peor es que seguís ciegos. En vuestro sofá, mientras la polla del barbudo os sodomiza viendo a Belén Esteban y a Ramón García...

jueves, 26 de abril de 2012

Delirium Tremens


El frio de la calle congela mis ventanas y baja la temperatura de mi cuarto mientras yo en camiseta doy un respingo por el escalofrío que me deja la carne de gallina al sentirlo. La luz de un fluorescente bastante viejo que a veces parpadea ilumina un escritorio donde una estilográfica rocía un folio blanco, puro, casi angelical con pequeñas motitas de vicio y tinta negra al recargarse por unas manos manchadas de lo mismo que la manipulan cuidadosamente. Entonces la pluma comienza a deslizarse por el papel y empieza a desplegar su magia, dibujando líneas que más o menos juntas le dan profundidad a las curvas que dibujan una silueta. Delgada, con curvas no muy pronunciadas, estilizadas con el resto del cuerpo pero abundantes. Una melena. Está de espaldas, sentada abrazándose por encima de las rodillas con los pies descalzos hacia un lado. Desnuda como dejan entrever los huecos en su melena dando a entender que no lleva sostén. Es lo más natural que he visto en toda mi vida, y a la vez artificial como si no formase parte de ella, de mi vida, como si fuese de una galaxia aparte, de un mundo exterior, un ángel, por enmascararlo un poco. Me mira mientras sujeta un cigarrillo entre los dedos y me mira como sólo ella sabe con esas pupilas que tienen un efecto casi hipnótico en mi subconsciente mientras sonríe y exhala el humo después. Hablándome mientras yo dibujo su ser etéreo que poco a poco se desvanece cuando suena el despertador y yo me cago en los putos madrugones que no me dejan disfrutarla a gusto. Por suerte queda menos para sentirte cerca, real, fresca y cálida. Como cuando me muerdes el labio de esa forma que sabes que me gusta… No sé si estoy volviendo a soñar o ya me encuentro delirando… Pero estás volviendo a invadir mi mente en este preciso instante…