lunes, 5 de abril de 2010

Miercoles

Jueves, viernes, sábado, domingo… Parece poco tiempo… cuando estás acostumbrado a vivir en unas ciertas condiciones de comodidad… Pero ahora, todo ha cambiado. No disponer de ciertos lujos que antes considerabas básicos e innecesarios te da mayor visión de campo; de la realidad. Podría uno preguntarse dónde quiero llegar a parar con todo esto pero el destino de este propósito es simple: sacar todo lo que me gustaría decir que no pude. Decir todo lo que quise que escucharas y no pude. Hacerte saber que aquí, sin hablar, sin vernos, sin tener apenas contacto, sigo aquí. Pensando en ti cada segundo que pasa. Y es que 96 horas, 5760 minutos, 345600 segundos lejos de ti son como una infinidad de tormentos que no puede abarcar la mente. Cada segundo que transcurre escabulléndose en el tiempo se me hace más insoportable la idea de que no te tengo, de que te echo de menos. Y es que pensar que cada vez estoy un segundo más cerca de verte de nuevo y poderte hablar se ve contrarrestado por la idea de que cada segundo que pasa estoy también más lejos de ti. En estos días en que lo más productivo que puedo hacer es estudiar o irme al bar a tomar cañas para poder así tener un medio que me permita establecer contacto contigo da mucho que pensar. El hecho que, desde el viernes no te veo y el final que tuvo esa noche no deja de atormentarme desde mis entrañas. Supongo que es mi castigo por no saber vivir sin ti. Sin tus consejos, sin tu apoyo, sin tu cariño y sin que me vaciles y te metas conmigo de esa forma que sólo tú sabes y que tanto me gusta. No poder hablar contigo es insufrible, casi tanto como el mono que sufriría un heroinómano después de inyectarse su última dosis. Depresión, tristeza, dejadez son algunos de los síntomas que padezco ahora mismo. Me duele vivir si no es contigo. Solo quería sacarme todo de dentro. Decirte que estoy aquí. Que te quiero. Que te llevare el pedazo de la luna que te prometí la próxima vez que nos veamos. Que te necesito para ser completamente feliz. Que no puedo vivir sin que me llames tonto. Que no puedo respirar si no huelo tu pelo. Que no puedo estar al 100% de mi ser si no te tengo conmigo. Porque una persona es el conjunto de las personalidades de sus más allegados. Ellos le ceden una parte para componer su alma. Una parte de la memoria que grabará los buenos momentos con ellos y que es lo que nos hace ser como somos. Y cuando estás lejos ese pedazo de mi alma tan grande que te corresponde es cuando más comienza a recordar y a echarte de menos… y es entonces cuando necesito hacer esto, cuando necesito escribir, cuando necesito decirte que eres la pesa que equilibró mi balanza. Que gracias a ti he vuelto a descubrir una de las caras más amables de la vida. Que por una vez siento que la fortuna de veras me sonríe. Que por fin puedo sentirme bien cuando estoy con alguien. Que por una vez estoy orgulloso de poder decir que te quiero y que me resulta tremendamente arduo sentir que estás tan lejos de mí… y a la vez tan cerca… No veo la hora de llegar de una maldita vez de vuelta y poder abrazarte tocarte el pelo o morderte la oreja que sé que tanto te saca de quicio. Necesito verte, besarte, sentarnos en un banco a abrazarnos sin importar que decir. Pues con sólo establecer contacto visual parece ya que lo hemos dicho todo, aunque nuestros labios ni tan siquiera se hayan despegado para articular el más trivial sonido. I miss you much honey. Ojalá pudiera estar ahora mismo a tu lado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario