miércoles, 4 de noviembre de 2009

Sueños

06:30am. Y otro día comienza su habitual curso. Escuchar un poco la música que la minicadena entonca a modo de despertador. Desperezarse, apargarla, y, acto seguido, coger la ropa y dirigirse al baño. Tomar una ducha y, a posteriori, penetrar en la cocina para ese acto tan habitual y a la vez tan poco dotado de importancia por la mayoria: el desayuno. Aquí es cuando tomo comienza. Es cuando todo me recuerda a ti. Y es curioso pensar como este hecho, a pesar de su completa simplicidad aparente, provoca un conjunto de pensamientos y reacciones que evocan todas en un mismo punto. Confluyendo de una manera majestuosa, casi mística en tu persona. El dulce sabor de la fruta fresca, recuerda el dulce olor de tu pelo bien cuidado, castaño de reflejos dorados. Como la miel de mi tostada. Incluso esas canciones que suenan en la radio, en esa popular emisora de hace veintitantos años... Una vez lleno el estomago, para poder así, pensar un poquito más con la cabeza, ponerse la sudadera de turno y, tras coger las cosas, enchufarme al iPod, como si de una especie de robocop se tratase para a partir de ahora funcionar de una manera casi autómata. Salir a la calle, llegar a la parada y esperar los 5 minutos rutinarios el autobús. Llega, y asciendo a el tan sumamente distraído que a punto estoy más de una vez de dejar un diente o dos en el suelo clavados como dagas hasta el fondo de un animal malherido. Una vez en él, perdida toda capacidad de visión, ver pasar la ciudad como en una película hasta llegar a ese punto que, nuevamente te extrae del trance en el que te ves sumido para devolverte a la cruda realidad. Bajas y nuevamente te toca esperar otro autocar. Tasas. Escoges asiento dejas las cosas cruzas los brazos, subes el volumen al máximo y te dispones a continuar el ritual que tenias antes de empezar a funcionar y a pensar en ella. Te dispones, nuevamente, a soñar con su sonrisa.

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